Dislexia:
¿personas con problemas o genios incomprendidos?
Así
como respecto del autismo existe una tendencia a generarse una
polémica respecto de si se trata de un problema o de seres con
capacidades extraordinarias, también se está generando algo similar
respecto de la dislexia. Por un lado, se la señala como una
discapacidad que aporta dificultades en los diversos planos de
relación (escuela, hogar, amigos, etc.); por el otro, se cree que
son seres fuera de lo corriente. En todo caso, habrá que prestarles
atención a las personas con esta problemática.
Parece
existir una tendencia en los últimos tiempos tributaria de aquel
viejo refrán de “No hay mal que por bien no venga”, sobre todo
referida a las personas con autismo.
Es
cierto que la mejor manera de considerar a alguien que porta una
discapacidad es desde sus capacidades, es decir, centrarse en aquello
de lo que es capaz, estimularlas y potenciarlas, sin descuidar, por
ello, los aspectos que requieren atención del tipo que sea. La
conjunción de estos dos aspectos redunda en una mejora de la calidad
de vida, no solo para la persona con discapacidad, sino también para
los que lo rodean. Ser positivo sin extremismos siempre resulta mucho
mejor que entrar en un negativismo destructivo.
Respecto
de la Dislexia, también se está perfilando una cierta polémica
acerca de si se trata de un impedimento o un don.
Si
bien la pretensión de estas líneas no es aportar una dilucidación
(y mucho menos definitiva) de la cuestión, quizá la explicitación
de las teorías “tradicionales” y las “modernas”, por
ponerles un nombre, nos permita reflexionar y posicionarnos. En todo
caso, aunque tengamos una posición tomada respecto del tema, siempre
es bueno escuchar los argumentos de las distintas posturas y llegar a
nuestras propias conclusiones.
Qué
es la dislexia, según la óptica más tradicional: La
palabra que la denomina proviene del griego, y etimológicamente
significa la incapacidad de emitir el habla. Pero en la actualidad se
utiliza el término para los problemas que experimentan algunas
personas respecto de la adquisición de la lecto-escritura. También se
señala que, en realidad, las dificultades tienen que ver con la
incorporación del lenguaje, en general.
Lo
primero a señalar es que no existe una asociación entre ella y el
coeficiente intelectual del individuo, el cual no presenta
disminución alguna, es decir que no obedece a un problema de
deficiencia mental.
Tampoco
pueden encuadrarse dentro de este grupo los casos en que la
dificultad proviene de alguna patología, ni aquellos otros que
tienen que ver con factores culturales o emocionales, ni por lesiones
cerebrales, así como tampoco los que son consecuencia de defectos de
visión o de audición.
De
acuerdo con distintas apreciaciones, entre el 5 y el 10% de los niños
en edad escolar se hallan afectados, siendo mucho más frecuente en
niños que en niñas.
La
gravedad fluctúa entre algunos impedimentos menores hasta la
imposibilidad de leer y/o escribir. En los casos más leves, se puede
corregir en gran parte, aunque se acarrea durante toda la
vida.
Como
nuestra cultura, aun en los tiempos de la computadora, y sobre todo
la enseñanza, se basa fundamentalmente en estas habilidades, su
padecimiento implica un problema serio, dado que el rendimiento
escolar se verá afectado proporcionalmente respecto del grado de
afectación. Además, influye también en la conducta en el aula,
puesto que suele producir alumnos inhibidos o todo lo contrario, es
decir, disruptivos. También, al menos hasta que se accede al
diagnóstico, se suele tildar a estos niños como poco colaborativos
y desatentos, como si mejorar fuera una cuestión de voluntad y no un
problema que los afecta porque deben realizar un enorme esfuerzo por
intentar paliar las dificultades específicas.
También
pueden aparecer problemas asociados, tales como disgrafía (problemas
en la concreción de la escritura: trazado, tamaño, etc.),
disortografía (dificultades con el manejo de las reglas
ortográficas), poca memoria de corto plazo, distorsión de la
percepción del orden y la secuenciación, entre otros.
A
su vez, en los ámbitos hogareños y de relación suelen acarrearse
inconvenientes similares, puesto que es frecuente que se lo crea
retrasado, poco interesado y problemático.
Respecto
de sus causas, existen diversos factores de atribución, sin que
exista consenso. Así, se citan desde factores hereditarios, causas
genéticas, desórdenes neurológicos y problemas de orden cognitivo,
entre muchos otros. Algunos postulan la unicidad y otros, por el
contrario, abogan por la multicausalidad.
En
lo que existe un cierto acuerdo es en que el cerebro humano, que está
dividido en dos hemisferios (el derecho y el izquierdo), las
capacidades relacionadas con la lecto-escritura se hallan sobre todo
alojadas en la porción izquierda. Ello se corrobora con casos en que
personas adultas, sin dificultad alguna de este tipo, al recibir
algún daño en ese hemisferio, desarrollan formas de Dislexia.
Pero
esta comprobación, lejos de cerrar la discusión, abre nuevas
hipótesis: la ausencia de dominancia de dicho hemisferio conduciría
a la instalación de los síntomas; o un retraso en la etapa de
especialización durante la maduración; o el déficit o disfunción
de dicha porción del cerebro; o las interferencias en la
comunicación entre ambos hemisferios; y así se suceden diversas
teorías.
En
este somero repaso por la problemática de la Dislexia desde el punto
de vista más habitual, más allá de los desacuerdos sobre los
orígenes, queda claro que se trata de un problema discapacitante,
que trae inconvenientes no solo durante la niñez y la adolescencia
en cuanto a los aspectos educativos, sino que en muchos casos afectan
toda la vida de una persona.
Desde
esta perspectiva, todos los tratamientos se centran en lograr que el
sujeto supere, en la medida de lo posible, sus limitaciones y que
pueda incorporar el conocimiento de la manera estandarizada, además
de una mayor inclusión social.
La
dislexia como excepción
Situados
en una posición diferente, existen aquellos que, como Ronald D.
Davis, si bien no niegan que la Dislexia sea un problema, creen que
las personas que la portan son seres excepcionales.
Basado
en su propia experiencia, escribió un libro que se llama The Gift of
Dislexia (que puede traducirse como El don de la Dislexia).
En
él, narra una experiencia, una entrevista en televisión, que define
cuál es su posición:
“Me preguntaron sobre el lado positivo de la
Dislexia. Como parte de mi respuesta, cité una lista de
aproximadamente una docena de disléxicos famosos. La anfitriona del
programa entonces comentó: ‘¿No es sorprendente que esas personas
pudieran ser genios pese a padecer Dislexia?’. Ella no comprendió.
No fueron genios pese a su Dislexia, sino porque la tenían”.
Más
adelante sigue diciendo que no es que cada sujeto con este problema
sea un genio, sino que es importante que ellos sepan que su mente
funciona igual que la de las personas brillantes.
Según
él, las características sobresalientes son:
1.
Estas personas pueden utilizar las habilidades de su cerebro para
crear y modificar percepciones.
2.
Se hallan altamente conscientes de su entorno.
3.
Son más curiosas que el promedio.
4.
Piensan más con imágenes que con palabras.
5.
Son altamente intuitivas e introspectivas.
6.
Piensan y perciben multidimensionalmente, utilizando todos sus
sentidos.
7.
Son capaces de experimentar los pensamientos como realidades.
8.
Tienen una imaginación muy vívida.
Junto
con el libro, el autor tiene a disposición de quienes lo requieran,
a través de la Davis Dyslexia Association International, una serie
de programas y métodos que, basados en los dones, prometen no solo
eliminar de raíz la problemática, sino potenciar las habilidades
consecuentes que están en los individuos gracias a la Dislexia.
Para
Davis, la Dislexia es el resultado de un talento perceptual. Comienza
a edad muy temprana y resulta tan natural como respirar.
Por
su parte, otros que sostienen un punto de vista similar explican que
el sistema de enseñanza es el que falla, al no poder comprender la
forma diferente en que los niños con Dislexia aprenden.
Así,
se postula que, como todo el sistema educativo está basado en el
entrenamiento del hemisferio izquierdo, con una estructura de
incorporación de experiencias de tipo verbal, lineal y secuencial,
aquellos en quienes no esté bien determinada la predominancia
izquierda, como los disléxicos, necesariamente experimentan
problemas de aprendizaje.
Por
otro lado, se cuestiona, en algunos casos, que se trate de una
verdadera disfunción. Así, basándose en algunas teorías sobre la
inteligencia, como la de Howard Gardner (teoría de las inteligencias
múltiples, según la cual no hay una sola forma, sino muchas), se
sostiene que la Dislexia no es un fallo en el cerebro, sino que se
trata de una manera diferente de percibir la vida.
Lo
mismo que Davis, explican que, si bien hay problemas, la Dislexia,
lejos de ser un impedimento, produce algunos seres con capacidades
notables. En apoyo de esta aseveración, citan a algunos disléxicos
prominentes, como, por ejemplo, Tomas Edison, Albert Einstein,
Leonardo da Vinci, Shakespeare, Picasso, Walt Disney, Winston
Churchill, Henry Ford, Agatha Christie, Tom Cruise, Robin Williams y
Cher, entre otros muchos.
E
incluso van más allá. En efecto, proclaman que el mundo del mañana
se dirige hacia un aprendizaje a través de imágenes y, como las
personas con Dislexia principalmente aprenden de esta manera, ellas
estarían mucho más adaptadas para el futuro, en el que ocuparían
un lugar de excelencia.
En
lo que concuerdan estas posturas es en renegar de la condición de
discapacidad de alguien que la porta y en destacar que la Dislexia,
más que un impedimento, se trata de un don.
Conclusiones
Resulta
de una obviedad absoluta sostener que todos tenemos capacidades
distintas. También, como ya lo expresáramos, que un buen
tratamiento de cualquier afección que implique discapacidad
producirá mejores resultados si, en lugar de centrarse en las
carencias de la persona, las tiene en cuenta, pero se dirige también
hacia la potenciación de las habilidades.
La
cita de personajes impresiona, aunque en muchos casos no se puede
corroborar que la Dislexia formara parte de sus vidas, como en el
caso de Shakespeare, por ejemplo, de quien existen pocos datos
biográficos realmente documentados, por lo que realizar un
diagnóstico de él es, cuando menos, aventurado.
Creamos
o no que se trata de personas superdotadas, la comprensión de la
problemática siempre ayuda a una mejor inclusión, a mitigar el
sufrimiento que la condición de distinto (sobre todo, cuando lo
diferente se toma como problemático, sea por actitudes del propio
sujeto o por prejuicios) acarrea.
En
todo caso, más que en personas superdotadas o discapacitadas, nos
resulta mucho más atractiva la idea de pensar en simplemente
personas, tan particulares y tan distintas como cualquiera, que
requieren de afecto, comprensión y tratamiento, de ser necesario.
Fuentes:
-
http://www.elcisne.org/ampliada.php?id=1635
-
http://www.aepap.org/familia/dislexia.htm
-
http://lat.dyslexia.com/
-
http://www.dyslexia-parent.com/mag24s.html
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