Hoy celebramos Sant Jordi (San Jorge) en Cataluña.
San Jordi es uno de esos santos que, además de tener una historia "real", ha sido el elegido de una serie de relatos entre mitológicos y metafóricos.
Según la historia real debió de ser un soldado del Imperio Romano que abrazó el cristianismo y murió martirizado por ello.
La historia simbólico-mítica hace de él al caballero cristiano que rescata a la princesa (Tal vez el alma) de las fauces de un dragón (Símbolo del mal).
Las personas que padecen alguna necesidad educativa especial, (bien sea dislexia, bien sea TDAH o cualquier otro trastorno) pueden compararse a la princesa, a expensas del dragón o bien asumir el rol del caballero que se bate con él.
Como caballeros, la postura es derrotar a la bestia, someterla, destruirla... Se trata de desprenderse del mal que nos amenaza, algo bastante difícil, por que los trastornos de los que hablamos no son enfermedades, un mal ajeno e independiente, sino que forma parte de uno mismo. Así, aunque a priori nos gusta más ser activos y aguerridos caballeros, quizá debamos valorar también el papel de la princesa.
Y es que, si bien lo miramos, el papel de la princesa también puede ser interesante.
Es bueno saber que convives con un dragón, es bueno conocer el potencial que tiene para devorarte y conocer también la precariedad con la que convives.
El papel de la princesa no tiene que ser el lamentarse de que alguien exterior venga y la devore ni tampoco esperar que alguien exterior venga y le quite el problema de encima. La princesa puede asumir un papel muy activo: sabe que ha de sobrevivir al dragón con el que está destinada a vivir. Para ello lo primero es conocerlo, estudiarlo, detectar sus debilidades, para al final domesticarlo y convivir con él.
¿Qué pasaría, por ejemplo, si la princesa enseñara al dragón a leer? A fin de cuentas sólo un primitivo que viviera a contracorriente pudo concebir la idea de alimentar cachorros de lobo...
¡Y cuantos somos hoy los que disfrutamos de un perro!
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