¿QUIÉNES DETECTAN Y TRATAN LAS DIFICULTADES DE APRENDIZAJE?


Lo normal es que el propio centro escolar detecte la existencia de dificultades y oriente su resolución encaminando al niño a alguno de los servicios (psicológicos, psicopedagógicos, psiquiátricos...) especializados en esas dificultades de los niños.
Dentro de cada centro ha un equipo multiprofesional de asistencia psicopedagógica. Por ejemplo, los EAP en las escuelas públicas, dotados con psicólogos, maestros de educación especial, logopedas y asistentes sociales. Deberían estar constituidos por personas con los conocimientos, las habilidades y las motivaciones necesarias para profundizar en las dificultades de los niños y "desmenuzarlas" en sus componentes.

También en este apartado podemos ubicar a los centros, públicos o privados, de asistencia psiquiátrica infantil, en los que también debe coordinarse la acción de diversos profesionales que sepan abarcar, entre todos, las múltiples facetas que puede tener una dificultad de aprendizaje.

Todos los que intervienen deben efectuar una constante evaluación del proceso, comprobando si se consiguen o no los objetivos concretos para cada niño, y corrigiendo los errores que se produzcan.

Cuando un niño presenta algún trastorno de aprendizaje, cualquier trastorno, se nos tiene que encender una luz de alarma. Podría ser que se tratara de un trastorno transitorio de aprendizaje, bien sea porque el niño está pasando una mala época, o porque la están pasando sus profesores, o porque hay ambiente tenso en casa. Pero si se prolonga más de 1 mes de evolución, ya debemos plantearnos la necesidad de estudiar el caso.

Recordemos que la definición básica de fracaso escolar es:

fracaso escolar = niño con dificultades + estructuras educativas que no permiten superar las dificultades.

En otras palabras: el problema no es la dificultad; el problema es cómo solucionamos esa dificultad.

Así el primer paso es determinar las causas de la dificultad y sus diferentes aspectos :

1. El docente y/o los padres, deberían ser los primeros en darse cuenta de la dificultad del niño. El docente debe evaluar el nivel escolar del niño, tanto en cuanto a habilidades instrumentales (lectura, cálculo, etc.) como a desarrollo de procesos lógicos y conocimientos propios de su nivel. En el caso de que tal nivel esté alterado, la dificultad del niño debe ser analizada desde un punto de vista multiprofesional.

2. El pediatra debe explorar el estado físico del niño, y solicitar ayuda al neurólogo o al psiquiatra infantil si detecta algún trastorno. Lo que dichos profesionales encuentren alterado es un componente de la dificultad; no es el problema.

3. El psicólogo del colegio debe determinar el nivel de inteligencia y los factores que lo componen. Hay que hacer pruebas amplias, en exploración individual, para ver qué mecanismos el niño es capaz de poner en marcha y cuáles no. Los tests de inteligencia para aplicación individual permiten evaluar el lenguaje, aspectos psicomotrices, formación de conceptos y capacidad de concentración, así como las pautas de trabajo del niño. 
4. El psicólogo debe también explorar y describir la personalidad del niño, a partir de las entrevistas con los padres, cuestionarios de evaluación a padres y maestros, entrevistas con el niño, pruebas de personalidad, con especial atención a las áreas donde se detecte algún conflicto.

5. El equipo pedagógico, o su responsable, debe considerar todas las dificultades que se han hallado para cada caso, y ver de qué forma actúan, cada una de ellas y todas entre sí. Tendremos así bien definidas todas las dificultades. 

Ahora es cuando empieza la solución del problema.

¿Cuáles son los errores más frecuentes que debemos evitar? 

1) Que el docente y/o los padres consideran que el niño no se esfuerza lo suficiente, porque no quiere. Sin preguntarse qué le pasa al niño, le están responsabilizando de sus malos rendimientos y le hacen sentir culpable. El niño recibe broncas a causa de sus trastornos de aprendizaje, se le somete a mayor presión, a castigos, se le compara con otros niños. Se le razona que si no trabaja es porque no se esfuerza.  Esta actitu sí que es el problema.

2) Se produce otro error cuando el pediatra minimiza el asunto. "Esto es evolutivo", "Ya cambiará", "Es la edad" o "Daremos unas vitaminas" son algunas de las frases que definen esta actitud. Además cabe que el propio pediatra se añada al carro de las inculpaciones: "Es que este niño es muy vago, ya se sabe" o "No todos son lumbreras". Frivolizar el trastorno es el problema.

3) El psiquiatra infantil puede complicar el proceso si carga el acento en unos problemas equivocados. Si, en lugar de detectar y tratar una dislexia, por ejemplo, le organiza al niño sesiones de psicoterapia en nº de 3 por semana. Es probable que el niño quede muy psiquiátricamente tratado, pero nada nos garantiza que vaya a mejorar su eficacia lectora. En otras palabras: se puede montar un tratamiento psiquiátrico erróneo. Esto sí que es el problema.

4) Lo mismo que si el psicólogo yerra al diagnosticar las capacidades mentales del niño, pasando por alto un retraso de lenguaje, o un trastorno de concentración, o diagnosticando una falsa subnormalidad. 

Nuestra función es definir las dificultades del niño y nuestro objetivo es que aprenda a superarlas. Si creemos que el niño está constituyendo un problema es que alguien, aunque sea con la mejor de las intenciones, está aplicando malas soluciones. Si las dificultades están bien definidas, si, en otras palabras, sabemos las causas del trastorno de aprendizaje que presenta el niño, de una forma casi automática tendremos la buena solución. A partir de aquí lo importante es que la planificación educativa sea lo más correcta posible.

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