Posiblemente si lees esto es por que eres disléxico o padre/madre de un disléxico o maestro, educador, etc... Sin embargo esta entrada es universalmente válida: habla de lectura compartida.
Los padres tenemos en nuestras manos el arma eficacísima de leerles a nuestros hijos y hacer de esa lectura una actividad grata, divertida y llena de “buen rollo”.
Si en tu casa hay sospechas o antecedentes familiares de dislexia, dificultades o trastornos del lenguaje oral en la primera infancia, ni te o pienses: A por un libro, a por un rincón, a por un momento de calma y por los niños.
El primer paso para apreciar la lectura es oír leer.
Es decir, un niño deseará poder acceder a ese código mágico que permite a su padre/madre leerle en voz alta esas historias tan fascinantes. No deja de ser la más poderosa magia el decodificar unos garabatos que ni se entienden ni se reconoce que puedan encerrar divertidas historias.
Eso sin contar que la lectura compartida provoca una estimulación a otros niveles.
A nivel cognitivo transmite conocimientos diferentes a los que se aprenden en las conversaciones de la vida cotidiana y fomenta el razonamiento del niño para crear asociaciones entre el mundo nuevo que nace del texto que se le lee y su propia experiencia. Le ayuda a plantearse preguntas, a extraer significados, a representar e interpretar el entorno y los acontecimientos que se producen en este, les enseña a elaborar esquemas mentales y a organizar y a retener mejor la información. Es decir, la mayoría de procesos cognitivos que posteriormente influirán en el aprendizaje.
A nivel lingüístico ayuda al niño a ampliar su vocabulario y a desarrollar estructuras sintácticas más complejas, a reconocer y aprender las reglas de cohesión del texto y a tomar conciencia de aspectos lingüísticos como los límites entre palabras, la prosodia y la relación, diferencias y similitudes, entre el lenguaje oral y el escrito, lo que les permitirá enfrentarse con mayor éxito al aprendizaje de la lectoescriptura.
Y a nivel afectivo el niño relacionará la lectura con sentimientos agradables como la protección. Asocirá los textos con la voz, la entonación y la atención de aquellos con quiénes tiene más confianza. Asociar la lectura a sensaciones positivas y placenteras ayudan a forjar una personalidad estable, comunicativa y basada en la inteligencia emocional que se desarrolla durante la lectura compartida.
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