DISLEXIA: UN LABERINTO INACCESIBLE ENTRE LA EDUCACIÓN Y LA SALUD


Publicado en El Heraldo de Aragón el día 24/12/2008, sobre Trastornos del Aprendizaje
Un laberinto inaccesible entre la Educación y la Salud
PAJAROS EN EL ASFALTO”
Adrián tiene 13 años, vive en la ciudad que le vio nacer, en su barrio de siempre y ha cursado los estudios de Enseñanza Primaria en el mismo Centro Escolar en el que el pasado curso inició la ESO. 
Repite 1º y este trimestre, ha suspendido cuatro asignaturas, porque en opinión de sus padres y profesores, le cuesta cada vez más leer, comprender y aprender las lecciones, a pesar de contar con un profesor particular. Últimamente le ha cambiado el carácter, está más agresivo en casa y no quiere hacer nada. Su capacidad intelectual está en la media pero nunca ha leído un libro completo. Lee con cierta fluidez, pero no se entera.
Ana, 12 años, ha iniciado la ESO este curso, en el Instituto correspondiente, junto con su grupo de compañeros de Primaria. Desde los primeros aprendizajes siempre realizó los deberes escolares esforzadamente, acompañada de su madre, que le leía los textos, dedicando todas las tardes incluidos fines de semana. Dice que no le gusta leer, pero se aprende los temas de memoria y cuando realiza los exámenes se bloquea, pierde “el hilo” y suspende a pesar del esfuerzo y capacidad de memoria. No le queda tiempo para realizar deporte ni otra actividad lúdica propia de su edad. Últimamente está desanimada, llora con frecuencia, duerme mal y no quiere salir con sus iguales.
Son motivos de consulta cada vez más frecuentes. 
Se transmite de padres a hijos, por lo que es frecuente que al apuntar el diagnóstico como posibilidad, uno de los progenitores se refleje en el problema de su hijo y rememore sus problemas de aprendizaje lecto-escritor que tan negativos recuerdos de infancia le evocan.
Ana y Adrián padecen Dislexia, un trastorno neuronal de la lecto-escritura que afecta a entre un 10 y un 15% de niños y/o adolescentes, que dificulta en distintos grados la capacidad para distinguir, memorizar y comprender el significado de las letras o grupos de letras, produciendo mala estructuración de las frases. Tienen dificultades en distinto grado para aprender a leer y a escribir pero no padecen retraso mental ni otras carencias del entorno socio-educativo. Con frecuencia, durante los primeros años de aprendizaje, poseen recursos personales y/o familiares para avanzar, pero al acceder a la Enseñanza Secundaria, la mayor abstracción de los conceptos y la estructura del sistema educativo, les abocan al fracaso.
Se niegan a leer y alegan que no les gusta, porque son lentos, cometen errores y las dificultades ortográficas se repiten sin solución con la consecuente vergüenza ante sus compañeros. 
Ven las letras del revés, como moviéndose, se les amontonan como una tormenta alfabética. 
Piensan en imágenes y poseen notable inteligencia espacial. Cuando intentan concentrarse, leen y no entienden nada. Se despistan, se aburren, desconectan, reciben constantes reprimendas, todos les llaman vagos y ellos no entienden nada. 
La primera consecuencia es que pierden seguridad en sí mismos, creen ser menos listos que sus compañeros y pierden progresivamente la autoestima. 
Tiran la toalla.
Son como “pájaros en el asfalto”, perdidos en un laberinto inabordable y expuestos a múltiples factores de riesgo, al fracaso escolar y separación de su grupo de iguales.
Un alto número de casos de fracaso escolar en Secundaria tienen su origen en los llamados “Trastornos del Aprendizaje” que incluyen Dislexia, Discalculia, Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), Trastornos del aprendizaje no verbal, entre otros.
Según las estadísticas estos problemas afectan más a los chicos que a las chicas (2,38/1), pero quizá influye que ellos, ante el fracaso, exteriorizan más fácilmente trastornos de comportamiento con actitudes de chulería, y por tanto con consecuencias de alarma familiar, social y escolar. Las chicas por el contrario, presentan somatizaciones de repetición, muchas veces con ingresos hospitalarios, que desembocan en episodios de ansiedad y depresión de diverso grado.
La LOE reconoció por primera vez en 2006 la existencia de este trastorno silencioso e invisible, y se ha establecido un sistema de detección distinto en Primaria y en Secundaria, pero según los responsables, aún no ha habido tiempo para recoger los beneficios de las medidas planificadas para atender a este “alumnado con necesidades educativas específicas”.
En Europa hay más de 15 millones de personas disléxicas de todas las edades, pero es en los países anglosajones y en EEUU, donde se detecta y cuida de manera precoz a ese 10% de alumnos que de forma leve o severa, padecen este trastorno.
La dislexia no se cura, pero se pueden superar las dificultades que provoca. Como ejemplos, Bill Gates, Picasso, Einstein han sido sufridores de esta dificultad, capaces de superarla con creces y “levantar el vuelo, despegando del asfalto” y sus riesgos.
Dra.Marina Magaña. Pediatra y Maestra. Coordinadora de la Unidad de Medicina del Adolescente. Hospital Infantil Miguel Servet. ZARAGOZA

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