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Mauricio Grondona tiene 11 años y cursa sexto de Primaria. Gracias a su madre, Alejandra Pérez, no ha repetido curso y se prepara para codearse con los mayores en Secundaria, algo que hace unos pocos años resultaba casi imposible.
Mauricio tiene dislexia y su primera etapa escolar no le ha resultado fácil. Desde muy temprano su madre detectó que algo le pasaba.
"Cuando tocaba aprender a leer y a escribir noté que no avanzaba como debía. Tampoco le gustaba pintar y colorear como a los niños pequeños", recuerda Alejandra: "No sabía exactamente lo que era y eso me desesperaba".
70.000 alumnos andaluces padecen dislexia, según los datos de la OMS.
"No cuentan con una atención específica que les ayude a progresar"
A Mauricio se le diagnosticó, no sin ciertas dificultades, pues nadie en su colegio detectó que padecía dislexia.
"Entonces la cosa cambió algo. Por lo menos ya sabes qué le pasa a tu hijo y que hay posibilidades de trabajar con él para que mejore", afirma Alejandra, que cada tarde emplea tres o cuatro horas en darle clases de refuerzo a Mauricio para que no pierda el ritmo de su clase. "Se aprende las lecciones de oídas porque es un niño muy inteligente, pero por escrito es incapaz de expresarse", explica esta madre, que durante un tiempo tuvo que oír lindezas del calibre de "tu hijo es un vago" o "tu hijo es muy lento" por parte de profesores, compañeros de Mauricio e incluso inspectores educativos. "Cuando fui a pedir ayuda, un inspector me llegó a decir que la dislexia se cura. ¡Es increíble que un cargo así me diga que la dislexia, que es una enfermedad genética de base neurológica, tiene cura!".
"Yo les pido a los padres que se impliquen y reconozcan que sus hijos son disléxicos y huyan de los que los tildan de vagos o lentos sin saber de qué hablan", explica Alejandra, insatisfecha del trato que reciben los escolares con dislexia en los colegios e institutos andaluces.
"No cuentan con una atención específica que les ayude a progresar. La profesora de Mauricio es una mujer estupenda, pero no cuenta con la formación precisa ni tiene el tiempo que necesitaría, pues atiende a otros 29 niños. Yo no pido un logopeda en cada aula, pero la solución tampoco es que le hagan una adaptación curricular, porque Mauricio puede con la carga normal y más. Lo único que necesita es una adaptación metodológica como se hace con los niños ciegos, unos ajustes sencillos en la forma en la que se le enseña y que no les obligue a aprender todo por escrito", señala esta madre, que ya ha conseguido que Mauricio se examine de forma oral en algunas materias.
"Habrá unos 70.000 escolares andaluces con dislexia partiendo de los cálculos de la OMS, que cifra entre el 5% y el 10% el total de la población española que la sufre. La mayoría tiene dislexia fonológica, que es la variante que padece el 90% de los afectados [existe también la visual y la mixta] y muchos de ellos no están ni diagnosticados. Pese a que la LOE ya lo recoge, no existe una atención educativa específica para ellos, lo que les convierte en los torpes o lentos de la clase, firmes candidatos al fracaso escolar y en presa fácil del acoso por parte de otros compañeros", denuncia Jesús Gonzalo, responsable de la Federación Española de Dislexia, que este sábado celebra unas jornadas sobre la dislexia en Málaga (www.asandis.org).
"Debemos mejorar la formación de los orientadores y de los profesores, ya que ellos deberían detectar un caso en dos o tres meses. Existe una carencia tanto de diagnóstico como de educación", añade. "La dislexia es para siempre, pero pueden mejorar bastante. De hecho, algunos evolucionan de tal forma que incluso se aficionan a la lectura, aunque esto no es lo más frecuente. Pueden leer, pero siempre lo harán de forma más lenta y escribir, aunque con frecuentes faltas de ortografía por lo general. Pero esto no significa que no puedan estudiar una carrera, y en ocasiones incluso con notas brillantes, sobre todo en estudios técnicos y científicos. Un examen por escrito siempre les va a costar, pero a nivel oral no tienen problema, incluso se les puede dar mejor que a la mayoría de la gente. Con una metodología adecuada, pueden comprender los conocimientos, y por supuesto, pueden llevar una vida normal", señala Gonzalo.
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